lunes, julio 10, 2006

Una mañana kantiana

Una mañana de verano, un joven estudiante de filosofía (David) llevó a su sapientísimo sobrino de apenas casi nueve años a la Facultad. Los compañeros del joven filósofo en potencia, también estudiantes de la misma carrera, comenzaron a hacerle un test al pequeñín tratando de averiguar cuánto o qué le había enseñado su joven tío acerca de la carrera; el niño calló unos momentos. Inmediatamente los demás estudiantes se olvidaron del sobrino de su amigo y empezaron a hablar entre ellos sobre los temas que les interesaban. Fue entonces cuando el chico, sin dudarlo un solo momento, rompiendo con el farfullo de aquellos filósofos en potencia, dijo en tono cantado: "A mí sólo me gusta la Crítica de la Razón Pura". Se hizo el silencio por un breve instante y en seguida nacieron las risas más incontenibles que os podréis imaginar.