Pequeña y desordenada reflexión entorno a la Fuerza (Star Wars) Filosófica.

Es curioso como mis compañeros de la licenciatura en filosofía y yo hemos llegado a conclusiones tales como: “Nuestros profesores saben dominar la Fuerza”. Y es que la admiración por ellos no acaba en las aulas, nos acompaña en varios momentos de nuestra vida; ya sea viendo una película, estudiando, discutiendo, el fantasma de nuestros maestros, es decir, la imagen de ellos no deja de influir en nuestros pensamientos. De este modo creamos ésta fantasía.
La fantasía, en general, puede ser considerada una de las grandes cualidades del filósofo y siempre está presente en él de una u otra manera. Así, los héroes de ayer entran en el juego de nuestra fantasía, se transforman y reencarnan en nuestros héroe de hoy. Ello no significa que esperemos ver como nuestro profesores luchan contra el Imperio o peores males, sino que nos asombra su enorme valor y energía para defender sus ideales, y aun más que sus ideales, defender a la Filosofía, sus ideas. No por ello, los maestros son unos testarudos, no, ellos también admiten sus errores, si es que así se ha demostrado. El juego de la Verdad, no deja de jugarse, no deja de divertirnos, pues si no se jugara ¿A qué llamaríamos fantasía?
La guerra por el poseedor del bien y la verdad no sólo la hacemos con argumentos, sino con juegos. Clasificamos a los unos como buenos (continentales), a los otros como malvados (analíticos), y, sin embargo, disfrutamos de las enseñanzas de ambas corrientes, de uno y cada uno de los profesores, y es que al fin y al cabo, cada quien concibe en sus fantasías tanto a los héroes bondadosos, como a los terribles. No nos importa estar del lado bueno o de malo mientras estemos en el juego. Sólo es una fantasía que le da sazón a la Verdad.